Hay muchas formas de categorizar tus clientes:
Los hay que te envían pocos trabajos en todo el año, otros te envían más y te resultan mucho más interesantes.
Unos te dan el trabajo con todas las indicaciones, glosarios y guías de estilo por escrito, mientras que otros vienen a decirte «búscate la vida y, simplemente, tradúcemelo».
Hay clientes que admiten tu traducción y otros que pelean cosas sin importancia.
Unos los han encontrado tú y otros te han encontrado a ti.
Otros son clientes nuevos, y otros llevan contigo toda la vida.
Seguro que puedes etiquetar a cada uno de tus clientes con estos criterios, ¿verdad?
Hoy me voy a dedicar a etiquetar los clientes por lo bien que te pagan por tu trabajo, no en cuanto a la cantidad, sino por el plazo que tardas en cobrar tu factura.
¡Vamos a allá!