Si en el anterior artículo vimos los tipos de anglicismos que campan en nuestra forma de comunicarnos, ahora toca ver de dónde provienen, por qué encuentran su hueco. Lo he dicho muchas veces —no soy lingüista—, pero quiero aportar mi granito de arena en el análisis de las causas de los anglicismos.
Lo escribo con un punto de humor, para que no sea un camino tan árido ni tan penoso para los pecadores.
1. Cercanía geográfica
Es la primera causa que se nos ocurre: dos país con frontera o que estén cerca geográficamente, hace que haya un trasvase de vocablos entre las fronteras. En principio es una permeabilidad en los dos sentidos: las palabras de los dos idiomas cruzan la frontera de estraperlo y los dos idiomas hibridan hasta cierto grado.
Es el caso de fútbol (predominante frente a balompié), de rugby, de gay para homosexual y puenting (del español puente con el sufijo ing del gerundio inglés).
En sentido contrario exportamos alligator (del español lagarto), cigar y cigarette (de cigarro), desperado (de desesperado), hurricane (de huracán), lasso (de lazo), ranch (de rancho), tuna (de atún), vanilla (de vainilla) y algunas palabras más sin ninguna adaptación, como guerrilla, banana, chocolate, guacamole, macho y siesta.
Un mestizaje lingüístico que ha existido siempre y seguirá existiendo por los siglos de los siglos… mientras haya diferencias.
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2. Cercanía cultural
En realidad, no es necesario esa cercanía física para que haya ese transfuguismo de palabras: basta con que un país tenga un gran peso cultural para que también se produzca el trasvase desde su idioma hacia otros países, aunque estén a miles de kilómetros de distancia. Esto es posible gracias a la imprenta, las películas, la radio y, principalmente, internet.
En estos tiempos y en la cultura occidental, el papel de master del universo lo interpreta Estados Unidos desde hace muchas décadas. Con su preponderancia en la ciencia y en la técnica nos tiene cegados a todos con su esplendor. No creas que Estados Unidos solo brilla en la ciencia y en la técnica, también lo hace en literatura. Si consultas el listado de premios Nobel de literatura, verás que Estados Unidos ocupa la segunda posición, después de Francia. Es un brillo cegador en todo el espectro cromático…
Nos ciega por un sesgo psicológico que llamo «las barbas del profeta»: consiste en creer que vistiendo la indumentaria o dejándonos crecer la barba seremos tan sabios como los profetas que veneramos. Es un sesgo porque toma la parte por el todo. Por eso, Estados Unidos exporta no solo los conocimientos de sus grandes investigadores, sino su estilo de vida basado en la libertad individual, el respeto a la vida y mil detalles más en un paquete que se acepta al completo.
De cualquier forma, y nos ceñimos ya al tema del artículo, como el idioma predominante de Estados Unidos es el inglés, se produce un trasvase neto del inglés al resto de idiomas de su esfera de influencia cultural: al español, al francés, al italiano… Por supuesto, también hay palabras foráneas que entran en Estados Unidos, pero en un número mucho menor de las que salen.
Ejemplos:
Las películas y series norteamericanas trajeron detective aplicado no solo a los detectives privados, sino a los inspectores de policía de toda la vida, o simplemente inspectores.
Los términos crimen y delito se difuminaron también gracias a Hollywood.
Por último, las pruebas del delito pasaron a llamarse también evidencias, por influjo del inglés evidence (si resucitara Sócrates, nos daría una buena charla sobre sus evidencias filosóficas).
En el sentido inverso, el inglés ha devorado muchas palabras de nuestra cultura gastronómica, como burrito, jalapeño, nacho, paella, quesadilla y taco, o de nuestros ritmos, como cumbia, rhumba, salsa y sevillana.
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3. Leer en inglés / vivir el inglés
Si nos movemos ya a una escala personal, otra causa de la llegada de anglicismos es la de leer o consultar fuentes escritas en inglés. Como la huella cultural es grande, se tiende a leer más los artículos, libros, noticias y películas en inglés.
Al dejar nuestro cerebro en contacto con información en inglés, es comprensible que se produzca un efecto de absorción. El efecto es grande porque la ceguera no es momentánea, no desaparece cuando dejamos de leer en inglés, sino que se mantiene por la impronta que nos deja lo que vamos aprendiendo.
El efecto es mayor cuanto más tiempo pases leyendo o viviendo dentro de la cultura inglesa, lo que conlleva no solo leer, sino hablar y soñar en inglés.
Ejemplos:
A gran escala, el efecto es claro en los millones de hispanos que viven los Estados Unidos. Al haber vivido durante generaciones en un mundo anglosajón, han desarrollado un idioma híbrido o espanglish, quizás a veces con una connotación negativa, pero un caso muy interesante de bilingüismo. Por ejemplo, dicen marqueta para mercado o carpeta para alfombra, adaptaciones del inglés market y capet, respectivamente.
Como experiencia personal, después de tres años en Irlanda, a la vuelta a España dejé sangrante la lengua de Cervantes doquiera que hablé. Me da vergüenza decir cómo me expresaba: Recuerdo que fui un videoclub del barrio y dije «Quiero unirme al videoclub*». Estoy seguro de que el encargado leyó mi pensamiento, no creo que conociera la estructura inglesa to join the club… El caso es que al cabo de dos segundos de silencio, que me parecieron eternos, dijo «Quieres sacarte el carné del videoclub, ¿verdad?». Acertó y aún hoy me pregunto cómo…
Recuerdo las caras de sorpresa de mis amigos cuando decía que alguien era muy amigable* (por influjo del inglés friendly).
No solo fueron estructuras y palabras corrompidas, también pronunciaba la preposición española de como el artículo determinado inglés the.
Lo reconozco: pisoteé mil veces al español. Pido disculpas, no volverá a pasar…
Por cierto: si conoces un antídoto para que no suceda este indeseable efecto, no dudes en compartirlo. Quizás era cuestión de que mi conmutador cerebral no hacía buen contacto…
Lo que nunca hice fue alardear, que es de lo que vamos a tratar en la siguiente causa de los anglicismos.
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4. El inglés suena cool
Sea por vía oral o no, el contacto con el inglés produce el efecto de que el cerebro (nuestro órgano-esponja por excelencia) se empape de los datos que le llegan, sin distinguir el idioma con el que llegan.
El aprendizaje en animales curiosos que somos produce la liberación de dopamina, la hormona de la felicidad. Sentimos auténtico placer aprendiendo. Si aprendemos desde fuentes en inglés, el efecto es que las palabras en inglés dejan su impronta en el cerebro. Nos parece fenomenal lo que aprendemos y las palabras en inglés quedan grabadas a fuego en las redes neuronales del cerebro.
El sesgo psicológico de tomar la parte por el todo actúa ahora (recuerda las barbas del profeta), y nos parece que no hay nada mejor que expresar los conceptos en inglés. No solo cuando tendría sentido, porque falta un concepto en español, por ejemplo, sino también donde no es necesario.
Como sucede con los adictos a las drogas, que niegan la mayor de ser adicto o de tener un problema, quien sufre algún sesgo psicológico está convencido de que su opinión es correcta. Nada ni nadie le hará cambiar de opinión…
¡Así se está tan a gustito!
Te entiendo perfectamente…
Pero reivindico también el placer de hablar con propiedad en cada ocasión; reivindico una vida más auténtica, sin sesgos que nos limiten la libertad como personas.
Un ejemplo del mundo del fútbol, de la mano del marketing: Quizás Fútbol Club Barcelona llamó la atención a más socios que si hubiera seguido la norma con Club de Fútbol Barcelona. Quizás fue así en un principio, pero 120 años después de su fundación deja de tener el efecto original cuando la mayoría de clubes se llama Fútbol Club porque casi todos quisieron seguir la estela de los equipos británicos. Con el tiempo, estas formas pueden pasar a ser habituales, pierden el gancho e incluso pasan a ser admitidos por la norma.
Si no estás de acuerdo con mi approach*, sigue leyendo, por favor… Aún hay más casos de anglicismos.
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5. En nuestro círculo nos entendemos
Hay un efecto añadido al parecer cool*… Las personas son curiosas por naturaleza, y si aprenden de primera mano en inglés, adquieren conocimientos a los que aún no alcanzan los que no saben inglés.
Estas personas retornan a su país de origen y traspasan esos conocimientos a sus compatriotas con muchas estructuras y palabras foráneas.
Entiéndeme: este maestro lo hace de forma genuina porque ha disfrutado aprendiendo y está dispuesto a compartir esa felicidad con los demás. De esta manera, los anglicismos se extienden como la peste porque sus discípulos quedan también encandilados por los conocimientos del maestro, los absorben en su forma anglicada y los traspasan a su vez a sus prosélitos.
«Lo cortés no quita lo valiente», dice el refrán, ¿verdad? Con toda la novedad que tengan esos conocimientos, tienes que mantener alta la guardia:
- Si algo te suena raro, posiblemente lo sea.
- Si algo te choca, seguramente es porque choca con tu forma de hablar de toda la vida. Atención: ¡Solo choca la primera vez!
- Si algo te suena british o gringo, quizás haya alguna alternativa castiza que conocen tus padres.
Al igual que los futbolistas tienen una responsabilidad con los niños y seguidores que les ven como su hombre ideal, tienes también una responsabilidad con tus seguidores. Sé sincero y di «¡No tengo ni puñetera idea de cómo se dice esto en español! Mi español anda algo oxidado, solo chapurreo el inglés… ¿Alguien me dice cómo se dice en español, por favor?».
La otra forma de ser coherente contigo mismo es comunicar todo en inglés, como ese orador que en un congreso pronunciaba Shakespeare tal cual, como [sakespeare]. Cuando el público empezó a murmurar y sonreír por el mal acento inglés del orador, recibió una sorpresa: el orador continuó hablando en un perfecto inglés hasta el final de su presentación. Seguramente es una leyenda, aún tengo que ver a un orador con esa personalidad…
El problema con formar esos círculos, en los que solo se entienden los que están dentro, es que crean una barrera innecesaria para los que están fuera, esos que quieren adquirir vuestros conocimientos. No se trata de que un anglicismo comunica mejor la idea y de forma más precisa, que podría ser, como veremos más adelante; se trata de que separas al resto de la humanidad con palabras y estructuras foráneas que dificultan el traspaso de conocimientos. Estás dentro de un grupo selecto siendo su primer mandamiento «Si quieres entrar, tienes que pasar por el aro».
Seré breve: es cierto que en tu grupo te entiendes con ensaladas de anglicismos, pero también podrías hacerte entender de otra forma y, de paso, dejar que los niños se acercaran a ti.
Esto va por economistas, médicos, ingenieros, informáticos, blogueros, periodistas…
Un ejemplo para blogueros: banear usuarios es simplemente [algo muy feo aquí] cuando puedes decir bloquear usuarios. Si apruebas estas expresiones no le haces ningún favor a un chef o a un psicólogo infantil que quiere iniciarse en la blogosfera. ¡Le echas para atrás! Entiéndeme bien: tu opinión es importante, porque eres experto en el mundo del blog, pero mi sincera recomendación es que escuches las indicaciones de doctos lingüistas que suelen poner el dedo en la llaga. Ahora mismo, WordPress está mal traducido, muy mal expresado, lleno de frases pasivas; su estado actual es muy mejorable porque no se entiende, créeme que decidí hace poco dejar el panel de control de WordPress en inglés. Estoy convencido de que tú (como guía técnico) y los filólogos y traductores podéis hacer juntos un gran servicio al blog.
Recuerda que el fin último del lenguaje es:
- comunicarnos mejor
- sin barreras de entrada innecesarias (Trump no opina aquí)
- no crear corralitos de gurús con el ego subido
Quizás creas que decir sponsor en vez de patrocinador te da más caché; quizás tu show sea más grandioso que espectáculo; quizás el look de tu fashion sea más atrevido que tu estilismo.
Quizás…, pero lo dudo.
Si no crees ser un anglicista, si crees que estás libre de pecado, lee este artículo de tipos de anglicismos antes de tirar la primera piedra.
Eres un espíritu inquieto, ¿verdad? Pues entonces te reto a que conozcas las alternativas de Fundéu (Fundación del español urgente) para cada anglicismo. Su web es una fuente inagotable de buenas prácticas. Aprovecho aquí para romper una lanza por la labor de Fundéu en dar a conocer el buen español. ¡Lo hacéis fenomenal!
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6. Lo dice todo el mundo
La bola de anglicismos se va haciendo más grande y de un club selecto, el anglicismo pasa a ser patrimonio cada vez de más y más gente cegada por el fulgor de personalidades expertas en un tema que llama mucho la atención, como puede ser, por ejemplo, las redes sociales.
Por eso, tu excusa será «¡Pero si lo dice todo el mundo!».
Casi seguro que no lo dice todo el mundo. La forma sencilla de confirmarlo es escuchar a las autoridades lingüísticas que llevan tiempo advirtiendo de que tu anglicismo no es mayoritario. Como no es mayoritario, no está admitido en el diccionario. En este caso, dan alternativas válidas y más o menos acertadas. Lo has leído bien: alternativas válidas.
Nota: es cierto que en un mundo ideal, esta autoridad lingüística sería más rápida tomando decisiones.
Por eso, cuando digas que tu anglicismo preferido lo dice todo el mundo, quizás te refieres al círculo más próximo con el que te relacionas: tus amigos del instituto, otros blogueros, otros médicos, otros informáticos…
Una pregunta para todos:
Si alguien se tira por un barranco, ¿le seguirías?
Ejemplos:
Te entenderé cuando digas hobby (por afición), selfi (por foto), email o mail (por correo electrónico, mensaje o correo) o tatú* (por tatuaje); solo pido que me entiendas a mí ¡o te juro que haré como el orador de Shakespeare! Tengo esperanzas de que no se me escape ninguno de ellos, aunque los diga todo el mundo.
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7. Brevedad
La brevedad es otro motivo manido para expresarse en inglés en lugar de en español: un texto en inglés es más breve que el español.
¡Lo mejor de todo es que es cierto!
Eso lo sabemos bien los traductores: un texto en inglés «engorda» un 20 % cuando se traduce al español. Es algo que también sufren los maquetadores de DTP o los traductores de software, porque a veces falta espacio en el texto traducido desde el inglés.
Aunque sea cierto, justificar tus anglicismos por la brevedad no es un motivo, es una excusa cuando ya no se sabe el porqué.
Me parece bien escribir «q» (en lugar de «que») en los mensajes escritos en el móvil. Es una taquigrafía que muchos aceptan y todos entienden.
Pero te aseguro que odio los «OK» de WhatsApp y Telegram. Los odio y sé que quien escriba esa palabra irá al infierno de cabeza.
Hay alternativas buenísimas, como «vale», por cierto, la última palabra de la novela del Quijote.
Te propongo eso, que escribas «vale», solo dos letras más, pero te las ahorras con el truco que te digo ahora: los puntos suspensivos solo llevan tres puntos, independientemente de lo frenético que estés al teclear. Solo tres puntos, no cuatro ni cinco. ¿Trato hecho? Si vas a escribir como te salga de las gónadas, por lo menos tienes que prometer que contarás los puntos suspensivos de ahora en adelante. Recuerda: son tres, como la trinidad.
El beneficio doble de «vale» es que rebajas tu nivel de esnobismo (gosh!*, se me escapó el anglicismo, aunque aceptado) y te acercas a la forma de escribir de Cervantes.
Ya sabes que tienes una última opción: si quieres mantener a toda costa la brevedad y ser coherente, entonces escribe TODO en inglés. ¡Te saldrá un mensaje más corto! Mientras te entiendan, estará bien.
¿Qué decides? ¡Lo de las gónadas…?
¡Vale!
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8. Concepto nuevo, palabra nueva
Esta es la causa más defendible para incorporar un anglicismo: no existe un concepto hasta que el cerebro humano lo encuentra mientras indaga en el universo; no hay más remedio que llamarlo de alguna forma. Aparece así un neologismo, que puede formase con palabras ya existentes en el diccionario (como agujero negro) o que se admita un término foráneo (como el caso de púlsar, del inglés pulsating star, un concepto astronómico que se formó hace justo 50 años, cuando se observó el primer púlsar).
En este caso, te ruego que sigas las indicaciones de la RAE o de la Fundéu para saber cómo se adapta la palabra, sobre todo en cuanto a tildes o letras poco habituales en nuestro idioma, tu idioma.
Es posible que, de forma transitoria, mientras se va aceptando la palabra y los sesudos lingüistas se sientan, lo piensan, y discuten, haya que escribir el anglicismo aún no adaptado en cursiva o entrecomillado. Es también el caso de los latinismos, que como per se, obedecen la misma norma.
El pueblo tiene mucho que decir aquí, a veces incluso en contra de los sesudos académicos. Por ejemplo, dijeron que élite (del francés élite) se pronunciara llana [elite], pero el pueblo eligió la forma esdrújula, habitual ahora. Después de ocho siglos de España bajo dominación musulmana, poderosas razones habrá para que triunfara la palabra finesa sauna y no alguna forma derivada del árabe hammam. ¡No me lo digas! ¿Que viene por la ruta inglesa!
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9. Ignorancia y pereza
Las cosas se empiezan a torcer sin remedio, mi querido anglicista.
Así que te prevengo: no te va a gustar lo que vas a encontrar a partir de ahora. Pero si sigues hasta el final, la recompensa será grande.
¿Preparado?
He escuchado en tantas ocasiones el «es que ese concepto no existe en español» que aburriría si no fuera porque a veces es verdad (lo vimos en la sección anterior).
Dicho esto, una cosa es que ignores que existe en español, otra que tengas la osadía de creerlo y decirlo en voz alta, y otra que por pereza no consultes la posible existencia de ese concepto en tu idioma…
De verdad que no sé dónde acaba la ignorancia y dónde comienza la pereza; supongo que son hermanas que van de la mano.
Un ejemplo en esta categoría es confundir en España los billion anglosajones con los billones españoles. Son los falsos amigos, que puedes verlos a centenares en esta lista.
Si la pereza es uno de los pecados capitales, seguro que ser contumaz en el error es un pecado mortal.
La única cura para la ignorancia es la humildad.
Te propongo que te digas muy serio: «¡Una y no más, Santo Tomás!».
La ignorancia es un problema muy serio en el mundo de la traducción cuando:
- se deja en inglés la terminología técnica, cuando se podría traducir (al menos en parte);
- se omite cuando desconoce algo («para no complicar, simplifico en lugar de consultar», supongo que dirá);
- por supuesto, los anglicismos innecesarios y las omisiones nunca vienen solos. Les acompaña una retahíla de calcos de las estructuras inglesas.
La imagen de la derecha es un ejemplo real de una traducción que externalicé a un ingeniero con la misma titulación que yo. Supongo que adivinas lo que ponía el original en inglés, ¿verdad? Por supuesto, tomé la decisión firme de no colaborar más con este traductor.
No quiero decir que todos los ingenieros tengan este nivel tan bajo de habilidad traductoril; de hecho, conozco un ingeniero que escribe como los ángeles, un caso extremo, me temo.
Sí quiero decir que:
- Hay traductores que ofrecen estos trabajos.
- Supongo que muchas de las traducciones realizadas por personal interno, que no es traductor profesional, van a sufrir esta concentración de anglicismos. Prometo tocar este tema en otro artículo de Gonduana.
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10. Esnobismo
Bueno, querido pecador… No hemos terminado aún.
Para salvarte deberás dejar atrás otro pecado: la soberbia de sentirte superior por expresarte como te expresas; el deseo de pretender aparentar ser internacional o políglota o distinguido a base de anglicismos. Si caes en la tentación, llegarás antes a la pedantería que a la distinción.
El doble problema de aparentar lo que no eres es que:
- si te sale mal, te deprimirás, te vendrás abajo;
- si te sale bien, creerás que esa es la forma de actuar, y la próxima ocasión aplicarás la misma estrategia, hasta que algún día te falle; entonces te preguntarás por qué si siempre te funcionó.
Estoy convencido de que la mejor forma de hacerte entender es hablando de forma sencilla y llana para todos.
Lo importante del «I have a dream», de Martin Luther King, no es que lo expresara en inglés, sino que el mensaje llegó a millones de personas que se permitieron el lujo de soñar por un mundo más justo. El resultado, ya lo conoces…
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Conclusiones de las causas de los anglicismos
Hemos visto una serie de causas por las que los anglicismos llegan y se quedan entre nosotros.
Algunos llegan por fenómenos naturales (cercanía física o invasión cultural), otros porque se necesitan y otros por motivos más inconfesables, como las excusas de brevedad, el esnobismo y la ignorancia.
Asume la responsabilidad que te corresponde, acepta los anglicismos que sea lógico aceptar y di no a lo que no te parezca bien.
Como idea, consulta en Twitter la etiqueta #alpanpan, una iniciativa para recordarnos cómo se llamaban las cosas antes del desembarco del competidor foráneo.
Todo este artículo va encaminado a que seas tú, más auténtico y honrado, y que no esperes a que unos fuegos artificiales efímeros hagan un efecto que podrías conseguir expresándote como lo habías hecho hasta ahora.
Son 10 causas de los anglicismos, como los mandamientos, pero si crees que hay más causas no dudes en compartirla con todos.
Aunque este artículo cierra el anterior, que trataba los tipos de anglicismos, volveré de nuevo al ataque con este tema.
See you!
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Hace un par de meses pasé por Barcelona delante de un "market de Nadal", que digo yo, ¿qué necesidad había de mezclar los dos idiomas, cuando los mercados de Navidad han existido de toda la vida, sea en inglés, catalán o castellano? Imagino que querían sonar de los más "cool". Y el otro día, leyendo un best-seller (La chica del tren, para ser más precisa) me encontré la expresión "asalto sexual".,,,Ya ni los profesionales de la lengua se libran.
Un saludo
Hola, Eli:
Totalmente de acuerdo. En la publicidad los anglicismos reinan a sus anchas. Supongo que es porque funcionan, si no, no se gastarían el dinero… Un deseo: Me gustaría que dejaran de funcionar estas campañas con el nivel de britishmo que hay ahora.
Sobre los libros, si son libros de tirada corta, ya decidí hace tiempo comprarlos en versión original, porque traducidos «huelen» mucho a inglés. Ya es más raro que se cuelen en superventas como el que comentas. Una pena que esté pasando esto en el mundo editorial. En fin… espero que vuelvan tiempos mejores, con más presencia del corrector de toda la vida.
Un abrazo, y gracias por dar tu opinión.
… Jesús Prieto …